De estilo castellano, era el centro neurálgico de la población, donde se celebraban todos los espectáculos y se desarrollaba la vida social, económica y política. Su uniformidad se debe a las remodelaciones realizadas a finales del XIX y principios del XX. La planta baja, que tiene soportales delante, está formada por bares y comercios, mientras que las superiores constituyen viviendas privadas.

Construido en la primera mitad del s. XVI, fue habitado por monjas calatravas hasta 1815 y, en el s. XX, por monjes dominicos. Destaca por su proporcionado trazado, de planta cuadrangular, sus galerías soportadas por sesenta columnas de orden jónico, sus programas iconográficos y la magnífica ejecución de sus tallas.

Fue construido en el s. XVIII a imitación de los palacios madrileños del siglo anterior, compuestos por un cuerpo central y dos torres que lo flanquean. Destaca su portada, con motivos heráldicos y un programa iconográfico con alusiones cristianas, así como su patio interior, porticado en la parte inferior.